Qué implica materializar aquello que no es visible en nuestra realidad?
El mundo material mas allá de lo humano nos confronta todo el tiempo a re imaginar lo que hemos aprendido por naturaleza, material y sistema vivo. Lo intangible aborda un universo que va desde nuestros cuerpos, bacterias, residuos, fluidos, pasando por las ondas electromagnéticas y hasta las conexiones a distancia, todo lo que no es visible tiene una realidad y una ecología material que nos afecta, nos interviene y sobre todo nos transforma.
En ese sentido habría que reflexionar, cómo hemos construido nuestro contexto material y nuestras afectaciones en dicho contexto, si bien ya no es viable la separación natural-artificial, nosotros y el resto; la perspectiva antropocéntrica del humano es latente todo el tiempo, aún con las actuales circunstancias donde lo otro, sea una planta, una bacteria o un virus; se visibilizan una y otra vez con una potencia de la cual no teníamos consciencia o no reconocíamos. La mirada antropocéntrica que aprendimos de la modernidad, nos repite una y otra vez que lo que “no esta cosificado, no es real” y en esa lógica el mundo y su diversidad se acortan, se determinan a una relación saber-poder y se anulan. Por ello pensar en la inteligencia de las plantas o de otras formas de vida, nos resulta tan complejo.
Relaciones Materiales entre humanos y no humanos
De ahí que pensar lo material no se limite a pensar en materiales, sino en las relaciones que establecemos al interactuar materialmente en la realidad con otros sistemas vivos, parafraseando al filósofo brasileño Eduardo Viveiros de Castro «todos los seres vivos ven el mundo con los mismos ojos; lo que cambia es el mundo que ven. Los animales se organizan con las mismas “categorías” y “valores” que los humanos […] Pero las cosas que aquellos ven, en tanto que las ven como nosotros, son diferentes: lo que para nosotros es sangre, para un jaguar es cerveza» Estas pequeñas pero muy significativas diferencias afectan el mundo que compartimos, dado que ese mundo es alterado y transformado todo el tiempo en un intercambio continuo.
El ejemplo es nuestra relación con el virus, pero no se limita a un cierto tipo de clasificación, sino a la construcción e idea de un “algo” que al no estar física y visiblemente, da la impresión de que no nos interviene, pero atraviesa nuestros cuerpos y nuestra realidad de manera constante, la pandemia; pero sobre todo el confinamiento, han evidenciado de forma contundente esta interacción. El investigador Ignasi Torrent lo describe bien al enunciar que ”los humanos y el coronavirus se reinventan constantemente el uno al otro a través de relaciones de poder. Esto no es una sentencia posmoderna o metafórica sino biomaterial: el virus, una vez lo tenemos dentro, transforma nuestro metabolismo a través de procesos microquímicos y las futuras mutaciones del virus dependerán de cómo encaje con los humanos y su entorno”
De igual manera sucede con nuestra realidad digital, que aunque materialmente es más reconocible a partir de los artefactos e interfaces físicas, no tenemos una noción tangible de lo que implica la “naturaleza material de la información”, lo que supone una onda, el cargar un archivo, eso que de alguna manera se mueve en lo intangible, tiene una relación directa con la tierra, el agua y el contexto natural. Su paso por nuestra ecología material no es efímera y su permanencia deja marcas que afectan los territorios físicos y aquellos que no lo son desde una perspectiva humana.
«la tecnología de la información… tiene una duración que no se restringe a su valor de uso centrado en lo humano: los objetos medial-culturales y la tecnología de la información están íntimamente conectados con el suelo, el aire y la naturaleza entendida como una realidad concreta, temporal».
Jussi Parikka.Una geología de medios
Esto clarifica que nuestra realidad material se integra todo el tiempo a partir de lo contingente, lo intangible y las dinámicas de transformación e interacción entre diversos agentes.
Quizás para cambiar nuestra relación con el mundo, sus procesos y sistemas, tendríamos que tener presente que un material no es sólo un material, sino una serie de relaciones con la tierra, el aire, el contexto natural y lo que se involucra en su transformación. Tal vez la próxima vez que pensemos en la “revolución material”, habría que pensar en sus afectaciones, en lo intangible; porque la historia nos ha mostrado muy bien que los materiales se cambian una y otra vez, pero los procesos de producción no se transforman de fondo, sólo de forma.
Lo que nos atraviesa, nos enferma, nos confina, pero también nos obliga a repensar otras narrativas mas allá de las humanas y en ese sentido a generar alianzas perdurables en lo que nos queda de existencia. «Porque lo que no se nombra, también existe…»