Hablar en materia de diseño de proyectos de investigación y desarrollo basados en la naturaleza no es nuevo. Desde aviones, utensilios, indumentaria y diversas tecnologías, se han integrado a partir del funcionamiento biológico y bioquímico que sucede en plantas y animales.
Sin embargo lo que sí es una apuesta a una concepción expandida de materialidad y desarrollo es el trabajo que varios investigadores han venido desarrollando en la última década por integrar no sólo en el resultado sino en el proceso, medios biológicos y digitales para la fabricación. Asimismo las culturas e ideologías provenientes del DIY (Do It Yourself), del hacedor artesanal, la biofabricación y la posibilidad de producción más autosuficiente, enlazando disciplinas muy disímiles; conjuntado a la ciencia y a la idea de laboratorio como espacio de trabajo, han redescubierto una serie de prácticas replanteando sus mecanismos, discursos y generando la invención y reapropiación de otras aplicadas a la moda y el diseño.
En el contexto de la biotecnología, la biorropa como se le ha venido llamando, establece un precedente en el uso y aprovechamiento de la ciencia y la tecnología en la misma, desde que esta puede desecharse y convertirse en composta, hasta la utilización de ropa que al estar en contacto con el ambiente lo purifica. Estas clasificaciones y categorizaciones dentro del campo de la relación bio-moda se han suscitado para generar un mayor entendimiento no sólo para hablar de sus materialidades y sus formas, sino también para visibilizar sus intenciones.
Un sector importante de diseñadores y artistas han comenzado a preocuparse por la sustentabilidad y sostenibilidad frente a una idea de consumo y producción tipo fast fashion y por una capacidad industrial que no limite la producción de diversos actores en la moda y el diseño. Tal es el caso del Mediated Matter Group del Media Lab del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), donde a partir de varios experimentos con gusanos de seda, siguiendo sus patrones de fabricación y producción a la hora de tejer, lograron generar un software que pudiera replicarlos de manera digital y en gran formato obtener un tejido similar y poder colaborar en tiempo real para construir una estructura como si de una impresora en 3D se tratara, o de la diseñadora de modas Suzanne Lee quien después de haber internacionalizado el uso de la kombucha para generar biotextiles, hoy es fundadora de un estudio Biocouture que a través del biodiseño se centra en desarrollar soluciones materiales a partir de bacterias, hongos, células mamarias y algas. Oficina Corpuscoli es otro ejemplo de cómo desde el diseño industrial se pueden estructurar propuestas sostenibles, funcionales y comerciales, ellos han desarrollado proyectos para hacer plásticos sustentables a base del cultivo de micelios de hongos generando nuevos materiales para crear sillas y utensilios de uso cotidiano.
En México, a partir del taller que desarrollé de biotextiles se han estructurado redes de artistas, diseñadores y artesanos que experimentan y producen con diversas variaciones de biomateriales. Entre los que puedo mencionar están la diseñadora brasileña Kellen Mensing, que desde el reciclaje de materiales ha incorporado el biotextil para producir accesorios; el artista Fernando Pizarro, quien experimenta con diversos insumos naturales como el bagazo de zanahoria para generar biotextiles y ladrillos; y más recientemente, la creación del Laboratorio de Biotextiles en la ciudad de León Guanajuato, integrado por artistas, artesanos, diseñadores y público interesado con una filosofía de experimentación y colaboración, apoyado por la Escuela de Artes Plásticas (ESAP).
Una de las interrogantes importantes a considerar será ¿cuál es el camino de la industria de la moda y el diseño ante el importante avance de las tecnologías y de la ciencia? El impacto de la excesiva industrialización de lo que usamos y sus cadenas de explotación, se convierten en una consigna para generar una materialidad más sustentable que no sólo intervenga de maneras menos agresivas nuestro entorno, sino también que genere canales mucho más abiertos en materia de consumo e ingreso, en el cual haya una propensión a un mercado más diverso e incluyente.
**Texto publicado originalmente en Revista Cultural Alternativas N65 Octubre 2015.